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Despenalizar y conmutar por delitos menores de drogas: decisiones humanas y justas

Juan Radhamés de la Rosa Hidalgo
Psicólogo 
El presidente Obama acaba de dar una nueva muestra de trato humano hacia las personas encarceladas y condenadas por delitos no violentos, en su mayoría  delitos de drogas.  102 personas se suman para alcanzar ya  774 personas a las que se les han conmutado penas de prisión. Esto se hace mientras se discuten nuevas normativas para tratar estos casos fuera de la privación de libertad, y se examinan otros expedientes con miras a nuevos indultos o conmutaciones de penas.
Nuestro país, aplica una política de Estado contra las drogas totalmente dependiente y subsidiaria de la estrategia   de los EE.UU, la mal llamada  “guerra contra las drogas”. Este  modelo norteamericano ultrarepresivo,  injusto  y fracasado, ya se ha demostrado,  ha devenido en guerra con las personas más pobres y vulnerabilizadas de nuestras sociedades.
La alianza y afinidad en materia de drogas con los Estados Unidos  se evidencia en  una absurda e  inconstitucional legislación la antigua y desfasada  ley 50-88. Esta ley  reconoce la posesión para consumo personal,  y más que esto, que existen niveles de consumo sin  ninguna repercusión social. Pero igualmente envía a la prisión,  y facilita el  chantaje y la extorsión a las personas usuarias  por parte de personas investidas de autoridad corrompidas. Hacemos el ridículo con una ley que  llega al absurdo de clasificar como traficantes a las personas adictas a las sustancias derivadas del opio, como es la heroína. Es así como en nuestro país a  las personas que más sufren no se les da el trato humano que merecen y necesitan, sino que se les procesa como traficantes. Nuestra política no puede ser  más obtusa, inhumana, y violatoria de los derechos  humanos.
En nuestro país el presidente Medina ha reclamado  “políticas y medidas sobre drogas centradas en el ser humano, y tomando en cuenta los derechos inalienables de las personas”. Nos ha hablado del   “escepticismo y la frustración creciente de nuestros pueblos”, porque no nos hemos atrevido a  “abrir nuevos debates,   a “explorar nuevos caminos.” Pero hasta ahora han sido solo palabras bonitas.
Solo estas palabras del presidente Medina, y el ejemplo del presidente Obama que representa el paradigma que seguimos en el  país, deberían ser motivos suficientes  para pasar a los hechos y dar un giro a las políticas nacionales.  ¿Por qué se hace entonces tan difícil avanzar hacia tratos más humanos y justo a las personas que usan drogas?
¿Por qué entonces no somos capaces de entender  las terribles consecuencias, quizás para el resto de su vida,  que tienen para una persona joven el arresto y sometimiento a la justicia por simple posesión?
¿Por qué se insiste entonces en mantener una política mediocre y violatoria a los derechos que resultan peores que las drogas?
Desde Casa Abierta reiteramos nuestra propuesta al señor presidente Medina:
Señor presidente emule usted en nuestro país el gesto humano del presidente Obama. Indulte y entregue a sus familias a las personas procesadas por simple posesión, cuyo único delito es ser usuarios de sustancias. Haga esto y estará usted explorando nuevos y justicieros caminos, como usted mismo ha reclamado.
Convoque usted, señor presidente,  a un gran debate sobre la atrasada y abusiva política ultrarepresiva de nuestro país, que concluya en una nueva ley sobre drogas. Una nueva ley que  establezca la despenalización de los consumos, como ya han hechos muchas naciones que enfocan de forma científica y humana el fenómeno del uso de sustancia.  Dejemos  atrás las fracasadas políticas de “cero tolerancias, que han hecho tanto daños en nuestro país, en especial a las personas jóvenes de las comunidades más empobrecidas.

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