  SANTIAGO, República Dominicana.-La Iglesia Católica, a través de órgano editorial ¨Camino ¨, en su edición de este domingo, abogó por mayores atenciones para los envejecientes que cada día diambulan calles y avenidas de las ciudades del país.
Refiere que cada día son más los ancianos y ancianas que deambulan por nuestras calles. En sus rostros vemos los rasgos de la soledad y el abandono. En estos espacios públicos están expuestos a una gama de peligros. A pesar de los años que llevan a cuestas, tienen que hacer equilibrios para no ser víctimas fatales de choferes y conductores imprudentes.
¨¿Qué está pasando con tantas familias que llegan al extremo de la irresponsabilidad, dejando salir a sus seres queridos a mendigar y andar por lugares peligrosos, cuando es la etapa de su vida donde más necesitan de la cercanía, el cariño y la protección? Es que la cultura del descarte está adueñándose de nuestros sentimientos. Duele observar a un envejeciente viviendo en la pobreza extrema, cuando sus fuerzas se acaban y no encuentran quién pueda redimir su exclusión¨, pregunta la Iglesia Católica..
Consideró que hace falta más atención por parte del Estado hacia ese segmento de la población que está llegando al ocaso de su existencia. Necesitamos políticas sociales que lleguen a más personas olvidadas en nuestros barrios, el llano y la montaña. El crecimiento económico de un país no tiene sentido si solo se refleja en la vida de algunos. La Patria somos todos/as. Apoyemos el trabajo que vienen realizando tantas religiosas y otras personas de buena voluntad en los hogares de ancianos ubicados en diferentes lugares de la geografía nacional. Su ejemplo de solidaridad y entrega es la mayor expresión de amor.
Refiere que este mes de octubre en que hemos celebrado el Día de los Envejecientes, marque el impulso definitivo para redoblar las ayudas a los centros que se dedican a cuidar a nuestros adultos mayores. Las autoridades tienen la obligación de remediar las carencias y privaciones en que se desenvuelven muchos hogares de ancianos, por la falta de recursos. También el sector privado puede arrimar el hombro.
¨Nuestros ancianos merecen vivir felices, y como dice el papa Francisco: Los hogares para ancianos deberían ser los “pulmones” de humanidad en un país, en un barrio, en una parroquia; deberían ser “santuarios” de humanidad, donde los que son viejos y débiles son cuidados y custodiados como un hermano o una hermana mayor¨, concluye el editorial Camino.
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